jueves, 10 de septiembre de 2015

Diferentes formas de mirar el agua (Julio Llamazares)

Os presento ahora la última novela de Julio Llamazares. El título ya me sugirió que sería una historia que me atraparía. Ojeé el libro antes de comprarlo y efectivamente el resultado fue muy satisfactorio.

Se trata de una novela coral en la que dieciséis personajes, todos familiares del difunto de cuyas cenizas se proponen trasladar hasta el pantano que arrasó su pueblo cincuenta años atrás en aras del progreso, van plasmando su visión de una misma realidad en la que el protagonista es el marido, el padre, el suegro o el abuelo de cada uno de ellos. Incluso un automovilista que casualmente pasaba por allí y pudo observar la comitiva tiene oportunidad de dar una opinión de lo que allí acontece: la localidad leonesa de Ferreras ya no existe. El agua lo inundó todo cuando el último vecino dejó su casa para ocupar otras tierras más prósperas, una casa más moderna, pero sin la sangre que llama provocando el arraigo. Domingo, que así se llama el difunto, jamás regresó al lugar que fue su pueblo. La curiosidad llevó a algunos a acercarse para, en periodos de sequía, ver aflorar el campanario de la antigua iglesia rodeada de agua, como una imagen fantasmagórica. Pero él nunca volvió. Lo haría cuando no quedara más remedio, el día que esparcieran allí sus cenizas.

Como en La lluvia amarilla, también Distintas formas de mirar el agua tiene tintes autobiográficos. En esta ocasión el ambiente es más sereno, menos trágico, pero no resta dolor al protagonista ya ausente. Cada capítulo es un monólogo de cada uno de los personajes. Sus reflexiones expresan nostalgia, pero no tristeza, y cada uno pone su sello personal en lo narrado que hace que la novela sea creíble. La imagen de Domingo es el fiel reflejo de una generación de agricultores castellanos, recios, trabajadores, austeros, fieles a la tierra, que posiblemente no se vuelva a dar.

Como ya comenté en otra ocasión, Castilla me atrae especialmente, y este libro consiguió conmoverme recordando situaciones de mi propia familia. Cuando días después de leerlo me pasé por la Feria del Libro, casualmente estaba firmando el autor en una de las casetas. Me acerqué y no pude menos que agradecerle la novela.

Espero que disfrutéis con ella.

Páginas:192



1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho, y no es tan amargo como La lluvia amarilla. Lo recomiendo.

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