sábado, 5 de septiembre de 2015

Las uvas de la ira (John Steinbeck)


John Steinbeck, como todos los autores que pasan a ser considerados clásicos, recrea unas situaciones y da vida a unos personajes que siempre estarán de actualidad. Las virtudes, los errores, las ambiciones, las esperanzas, los sueños, son propios del hombre, de la mujer, de cada época.

He leído este libro recientemente. Aún sabiendo de antemano el estilo realista del autor, no dejó de impresionarme vivamente. Los escenarios no resultan extraños cuando se observa el dramatismo y la tragedia vivida por algunos países en el momento actual.

Los protagonistas de Las uvas de la ira, unos modestos campesinos de Oklahoma, se ven desposeídos de sus tierras al no poder pagar una deuda contraída con los bancos a causa de la pérdida de la cosecha. Deciden emigrar a California en busca de trabajo y un lugar para vivir siguiendo las indicaciones de un panfleto anunciando unas inmejorables condiciones laborales. Sin embargo, una vez allí, el paraíso prometido no es más que la antesala del infierno.

Publicada en 1939, la obra es un crudo testimonio de las dificultades padecidas por los americanos víctimas de la Gran Depresión. Con su habitual estilo, seco, y podría decirse que con un colorido en blanco y negro, a lo sumo en tonos grises, el autor se introduce en los más íntimos rincones de la existencia de sus personajes. La historia, larga y triste, no pierde vigor en ninguna de sus páginas.  
Los personajes perfectamente perfilados en su individualidad y la fuerza dramática de las situaciones mantienen en vilo al lector a lo largo de toda la narración.

La obra es una crítica a la sociedad norteamericana, a los recelos localistas de cada Estado, a la avaricia de las grandes empresas, y una llamada a la solidaridad de los débiles. Con esta novela Steinbeck fue calificado de izquierdista, cuando lo único que hacía era presentar la realidad.

Se pone en valor la unidad familiar, siendo la figura fuerte de la madre el núcleo de la misma. La novela es dura, pero los personajes no reaccionan con odio, aunque un sentido confuso de la religión les lleve a veces en su desesperada situación, a la violencia y al crimen.

Advirtiendo de la dureza de la novela, con poco espacio para las alegrías, os recomiendo su lectura. Espero sinceramente que quienes os decidáis a leerla no quedéis defraudados.

Páginas: 560




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