martes, 20 de octubre de 2015

El fuerte de las nueve torres (Qais Akbar Omar)


De una manera hermosamente bella, Qais Akbar habla de Afganistán, su tierra, constantemente afeada por la crueldad de la guerra, pero con un corazón que no deja de latir pacientemente esperando reconstruir lo que durante decenios le han venido arrebatando.

Centrado en las experiencias de su propia familia para escribir este libro, el mismo Qais dirá que toda familia afgana tiene historias similares. Todas han de ser contadas, escuchadas, y no han de volver a repetirse.

Testigo de los vaivenes políticos de su país con la sucesión una y otra vez de guerras absurdas y fratricidas, puede comprobar con alegría en el corazón que ningún insensato ha conseguido destruir el verdor de los montes, el caudal de sus ríos, ni la fabricación de las maravillosas alfombras que hablan de un pueblo soñador, paciente, piadoso, honesto, hospitalario, poético y amante de la familia.

Cuando en 1992 los rusos ocupaban Afganistán, Qais y su amplia familia con más de cincuenta miembros, vivía cómodamente en una hermosa casa con jardín en los alrededores de Kabul. De clase alta, comerciantes de alfombras, recibieron con entusiasmo la llegada de los muyahidines que sacarían a los impíos invasores del país. Sin embargo, pronto advirtieron con tristeza que los desacuerdos entre las diferentes facciones darían paso a una guerra civil insensata y destructora que les obligaría a iniciar un penoso éxodo para ponerse a salvo. Un socio de su padre les acogería en el Fuerte de las nueve torres, al norte de Kabul, y lo que sería una estancia de pocas semanas, se convirtió en lugar de residencia durante casi veinte años, interrumpidos por los periodos donde la desesperación ante el recrudecimiento de los enfrentamientos les empujó hacia lugares insospechados.
La llegada de los talibanes no sería mejor. La maldad que les acompañaba, fruto de la ignorancia, consiguió silenciar los labios, pero no pudieron acallar el corazón.

Os diré que esta novela me sorprendió gratamente. Acostumbrados a ver sólo imágenes feas de odio y destrucción, olvidamos que los países orientales también poseen la belleza de la creación, y que la mayoría de sus habitantes son portadores de corazones libres y generosos.

Páginas: 448


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar