lunes, 20 de abril de 2020

Agnes Grey (Anne Brontë)

Anne es la menor de las hermanas Brontë, nacida en 1820 en Yorkshire. Cuando contaba con tan solo un año murió su madre y los cuidados familiares, tanto de sus hermanas como de su padre, el reverendo Patrick Brontë, y su tía Elizabeth Branwell influyeron en su manera de afrontar y ver la vida. A los quince años ingresó en una escuela donde su hermana Charlotte, autora de Jane Eyre, era profesora. Posteriormente, en 1839 y hasta 1845, ella misma se dedicaría a la educación trabajando como institutriz. La experiencia adquirida durante esos años facilitó el argumento de su primera novela Agnes Grey, publicada por primera vez en 1847. La segunda y última novela de esta autora, La inquilina de Wildfell Hall, se publicaría el siguiente año. Poco después Anne Brontë fallecería de tuberculosis a los 29 años.

Agnes Grey es la hija menor del reverendo de un pequeño pueblo de Inglaterra. Vive con sus padres y su hermana Mary en un ambiente amable donde reinan la generosidad y el amor, aunque también las  estrecheces económicas. Agnes, que guarda en su corazón los más altos ideales, cuando tiene dieciocho años sugiere a sus padres la posibilidad de trabajar como institutriz para ayudar a la economía familiar y no ser ella misma una carga. Pero sus sueños de independencia, de formar a jóvenes, conocer mundo, etc., pronto se verán rotos con su primer empleo en casa de unos ricos burgueses poco educados al que seguirá el segundo trabajo en casa de unos aristócratas rurales que menospreciaban su tarea y se sentían superiores a ella tratándola de forma muy poco considerada. A pesar de todo, la joven no se rinde y hasta es posible que el amor se asiente en su corazón a pesar de las circunstancias adversas.

La obra está basada en experiencias autobiográficas de la autora y refleja de manera realista la dura vida de las institutrices de la época. No se deja llevar del romanticismo aunque el desenlace es el convencional donde triunfa el amor, pero la agilidad de la pluma de Anne Brontë hace que resulte un final muy adecuado y satisfactorio.

Las descripciones ambientales, las imágenes costumbristas, la acertada caracterización de los personajes y el tono discreto y medido con que se expresan las críticas hace que la novela se lea sin dificultad y con verdadero deleite. Solo me queda recomendárosla. Una buena novela para un verano agradable.

Páginas: 255




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