miércoles, 24 de junio de 2020

Los fuegos de otoño (Irène Némirovski)

Hay novelas que simplemente merecen el calificativo de magníficas y ésta es una de ellas.

De Irène Némirovski ya os he recomendado otros libros que podréis encontrar en el escaparate o en el buscador. Nació en Kiev en 1903. Perteneciente a una familia acaudalada de origen judío, en 1919, tras la instauración de la revolución bolchevique, huyeron de Ucrania para instalarse en París, ciudad en la que Irène desarrolló toda su carrera literaria hasta 1942, año en el que fue arrestada y deportada al campo de concentración de Auschwitz donde moriría en la cámara de gas al poco tiempo de llegar. 

Los fuegos de otoño la terminó de escribir en la primavera de 1942 y fue publicada póstumamente en 1957. La presente edición parte de un segundo texto en el que la propia Némirovsky añadió algunas correcciones. La edición actual que es la que os propongo y que acaba de salir publicada por Salamandra es fruto del estudio sobre la novela de investigadores de su obra y con muy buena traducción. Fiel a su estilo, la percepción de la complejidad humana y las relaciones personales lleva a Némirovski a ponernos frente a personajes de una realidad abrumadora.

Se oyen rumores de guerra cuando en 1914 el joven Martial Brun termina sus estudios en medicina. Entre sus inmediatos planes de futuro se encuentra casarse con su prima Thérèse, una jovencita alegre y decidida a la que ama desde que era un muchacho. Tras la boda Martial tiene que partir al frente en condición de médico en la primera línea de batalla donde encontrará la muerte salvando vidas heroicamente. Sin apenas haber disfrutado de su matrimonio, Thérèse, que fiel a su marido y a su conciencia no quiere llevar el mal camino de otras chicas de su edad bastante habitual en esos años de incertidumbre, se dará cuenta que su corazón también ansía ser correspondido, pero por alguien que la respete y la quiera. Bernard Jacquelain, un amigo de infancia y que también está movilizado por la guerra será el hombre que vendrá a ocupar su corazón, pero éste, lejos de conformarse con una vida anodina como la que han llevado sus padres y la propia Thérèse, se deja deslumbrar por la vida fácil, corrupta y llena de posibilidades del periodo que se conocerá como de entre guerras. Los felices años veinte le deslumbran. Hacerse rico pronto y a toda costa será su objetivo, disfrutar del lujo su único fin; pero Thérèse no le sigue en ese juego. Sus caminos divergen, pero el amor desinteresado y puro de la joven será un puerto seguro al que Bernard podría volver y poder curar las heridas de la vida.

Con gran lucidez Némirovski habla de una Francia que conoce bien y de una burguesía que se envilece ante la posibilidad de un fácil enriquecimiento llevando al desastre a toda la nación. Me preguntaba si esta crítica mordaz y muy realista que también aparece en otras de sus obras no sería el motivo para que varias veces le denegaran la nacionalidad francesa y con ella la posibilidad de salvarse de la persecución nazi. A pesar de pertenecer a la alta burguesía, de desenvolverse entre intelectuales, de haberse convertido al catolicismo, nada de eso pudo evitar su aniquilación.

Al más puro estilo de los clásicos rusos, la autora describe unos personajes perfectamente trazados que reflejan que hay bien y mal, que hay un Dios pendiente de la realidad del hombre, que hay vicio y virtud, heroísmo y vileza, pecado y perdón, y sobre todo el drama de la libertad, la responsabilidad al elegir. Son las figuras femeninas las que tienen mayor peso en la novela engrandeciéndolas en su honestidad y generosidad o envileciéndolas es su egoísmo y superficialidad cuando se dejan conducir por los placeres efímeros.

Sin rebajar la tensión en ningún momento a lo largo de la novela es, en los dos últimos capítulos, en una especie de monólogo y lucha interior de la protagonista, donde la autora consigue alcanzar un punto final deslumbrante.

Espero que disfrutéis con su lectura.

Páginas: 256


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