viernes, 23 de abril de 2021

La vida es un cuadro de Hopper (Carlos Langa)

He dudado en poner este libro en el blog. De entrada, el argumento no resulta atractivo por el ambiente en el que se desarrolla, de poca altura moral y con muy poco espacio para la esperanza. Sin embargo, después de considerarlo despacio, he visto oportuno colgarlo porque es posible que para aquellos que decidáis leerlo os dé pistas sobre una realidad de una parte de la sociedad actual, principalmente jóvenes con familias desestructuradas, que se siente perdida y anhelante de felicidad. 

Carlos Langa (Barcelona, 1977), es guionista y realiza colaboraciones en televisión, radio y prensa escrita. "Los diálogos con cuadros de Edward Hopper", una originalidad que le ha proporcionado múltiples seguidores en Instagram, han inspirado su primera novela, La vida es un cuadro de Hopper.

Pablo es un joven de treinta y cinco años sin una vida estable que quizá podría llegar a ser actor. Quiere dejar atrás su ciudad y empezar de nuevo, lejos de todos los fracasos que viene acumulando y de un padre borracho y ausente desde que falleció su madre. Decide trasladarse a Madrid, al menos durante los tres meses de verano, y probar suerte. Allí se instalará en un piso compartido con una joven profesora mallorquina que en pocos días se irá a pasar las vacaciones a Mallorca; con Lito, un sevillano fantasmón; y con Lucas, oriundo de Albacete, optimista irreductible y dedicado a acumular productos de diferentes marcas conseguidos en concursos y envío de cupones. Lo más apremiante para Pablo es conseguir algún trabajo para sobrevivir en la ciudad. Después intentará moverse entre quienes puedan introducirle en el mundo del cine o del teatro por si existiese esa posibilidad. No tardará en unirse a la vida nocturna madrileña donde el alcohol y las drogas son lo habitual y las relaciones interpersonales no pasan de ser superficiales y bien intencionadas. Tras cada fiesta, deambulando por las calles de Madrid de vuelta a su casa con la cabeza nublada por los excesos, se encontrará con el espectro de Pío Baroja, quien le planteará, con la aspereza de la que hace gala el escritor y a la espera de sacar de Pablo alguna reflexión provechosa, la cruda realidad en la que vive.

Carlos Langa escribe una novela bien argumentada, con un hilo conductor original a través de los cuadros de Hopper de cuyos títulos arrancan cada uno de los capítulos y en los que se apoya para trasmitir “el miedo, la esperanza o el vacío” de unos personajes deseosos de que “pase algo que lo cambie todo”. Son antihéroes que lo único que tienen que contar son miserias y, por lo tanto, nada relevante que contar, pero que por eso mismo los hacen más reales, individualizados y creíbles.

El protagonista, en constante búsqueda de algo que dé sentido a su existencia y le saque de la insidiosa intuición sobre el propio fracaso, le llevará a afirmar con cierta desesperanza que “cuando Dios no es una opción solo nos queda fabular con el universo (…).Los que no creemos en Dios nos construimos el cielo a medida”.

Espero que quienes decidáis leerlo os resulte interesante.

Páginas: 384



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