En esta ocasión la trama se ambienta en 1957, cuando la pareja real es todavía muy joven y apenas han pasado cuatro años desde la coronación. De regreso de su visita oficial a Francia, Isabel II sospecha que alguien de su entorno más cercano tiene interés en que su imagen pública se vea manchada. A la vez, llega la noticia del asesinato de un hombre y una mujer en una habitación de la casa que tenía alquilada el deán de Bath y miembro del prestigioso club Artemis al que también pertenece el duque de Edimburgo, el esposo de la reina. El asunto resulta algo truculento en cuanto que la mujer asesinada era una chica de compañía que portaba una tiara de diamantes bellamente puesta sobre su cabeza sin que fuera robada tras el homicidio y que pertenecía al Ministro de Tecnología del gobierno de Inglaterra. Tantos frentes abiertos alrededor del caso dificultan la tarea de la policía que no consigue avanzar en las investigaciones. Es entonces que la reina Isabel decide implicarse confiándose a su secretaria personal, una mujer discreta e inteligente que trabajó durante la guerra en el Departamento de Defensa.
La autora vuelve a recrear una historia detectivesca . Dota a la protagonista de buenas cualidades para la observación, intuición, diplomacia y paciencia. Se centra en esta ocasión en la figura de una reina joven, enamorada y con el firme compromiso de servir a su país a pesar de sus preferencias personales.
Queda bien reflejada la sociedad inglesa de posguerra y las tensiones políticas internacionales del momento.
La trama se desarrolla con agilidad y buen gusto manteniendo la intriga hasta el final, captando la atención del lector en todo momento. Aunque no es una gran novela, sin embargo, es una buena opción para pasar un buen rato de lectura veraniega.
Páginas: 416