lunes, 21 de diciembre de 2015

Los rebeldes (Sándor Márai)


Si alguno os decidistéis a leer El último encuentro de este mismo autor que os recomendé hace unas semanas, espero que os animéis también con éste que os presento ahora.

Mientras Europa se ve azotada por la Primera Guerra Mundial, en una pequeña ciudad húngara finalizan el bachillerato Tibor, Ábel, Erno y Béla. Éste será su último verano como adolescentes, y en cuestión de semanas serán llamados a filas y enviados al frente del que sólo llegan noticias nefastas. Unidos por su aversión a lo que promete ofrecerles la madurez, los cuatro muchachos crean un universo particular jugando a desafiar las reglas establecidas. Así, aprovechan las vacaciones bebiendo de más, fumando en exceso, jugando a las cartas, inventando historias extravagantes y gastando el dinero que algunos roban a sus padres.  Ellos mismos realizarán su propio aprendizajes de la vida, libres del control familiar, hasta que aparece un actor teatral, personaje extraño y ambiguo que contribuye a poner fin a esa época de rebeldía y angustia, llevándoles a alcanzar un desenlace inesperado.

La acción, como en casi todas las obras de Márai, es bastante lenta y las secuencias narrativas os pueden resultar, en ocasiones, demasiado descriptivas.  Nacido en 1900, quizá el autor quiere evocar una generación y un ambiente que también fueron los suyos. Propio de Márai es un estilo con tintes pesimista de la vida, y que ya se vislumbra en esta obra que escribió muy al principio de su carrera, en 1930, aunque la revisaría posteriormente. Es por eso que encontraréis tonos oscuros entre la efusión juvenil de los protagonistas, la falsa alegría de unos personajes inquietos y asustados, cuya rebeldía tiene mucho de juego infantil.

Os encontraréis ante un retrato psicológico colectivo que testimonia lo difícil que fue para los jóvenes de su edad el hacerse mayores en un mundo que se desmoronaba. Es muy posible que la Primera Guerra Mundial fuera la más terrible de las guerras, no tanto por el número de fallecidos, sino por los estragos psicológicos que ocasionaron a los combatientes.

Espero que os guste.

Páginas: 256 



miércoles, 16 de diciembre de 2015

Pepita Jiménez (Juan Valera)


Escritor, diplomático, político y uno de los mejores críticos literarios del siglo XIX, Juan Valera perteneció a la época del Romanticismo, aunque no sería escritor romántico, sino un andaluz culto e irónico. De ideas liberales y cierto escepticismo religioso, que deja de manifiesto en sus obras a través de sus personajes, lo hace, sin embargo, con maneras elegantes y buen gusto.

Pepita Jiménez es quizá su obra más conocida y mejor escrita. Publicada en 1874, se encuadrada en un ambiente realista andaluz.

Pepita Jiménez, una joven viuda de veinte años a la que pretende con poco éxito un señor mayor viudo y con un hijo seminarista, viene a revolucionar la vida de éste cuando percibe el peligro que supondría para la tranquilidad familiar que la joven pasara a ser su madrastra. Todos los planes que el muchacho organiza para apartar a Pepita de su padre le llevarán, por el contrario, a desatar en él una pasión desenfrenada por la joven que pondrá en peligro su vocación eclesiástica.

Compuesta de tres partes, es interesante la primera dedicada al género epistolar, y que Valera utilizó en otras ocasiones. Toda la novela está muy bien elaborada, y como ya os comenté más arriba su estilo es muy refinado y elegante, sin pretender polémicas ideológicas o de religión. El autor se atiene a una realidad que pudiera haber sido y que se encuadra en una época concreta.

Los personajes se perfilan con un análisis psicológico detallado que describen perfectamente la transformación de cada uno de ellos. La tentación, en la figura de Pepita Jiménez, viene a ser la salvación para el joven que de otra manera vendría a ser un mal clérigo encaminado simplemente a hacer carrera, intención oculta tras un fervor religioso desmesurado: más vale un buen padre que un mal sacerdote.

Espero que os guste. Merece la pena leerla.

Páginas: 304


viernes, 11 de diciembre de 2015

La sociedad literia y el pastel de piel de patata de Guernsey (Mary Ann Shaffer)

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey es obra póstuma de Mary Ann Shaffer, escritora americana. En 1976, durante un viaje a la isla de Guernsey, en el Canal de la Mancha, hubo de esperar varias horas en el aeropuerto por las malas condiciones atmosféricas. Pero ese tiempo no fue perdido puesto que aprovechó a leer un libro de Reginald Maughan sobre la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial en ese mismo lugar. Posteriormente le serviría de inspiración para idear la encantadora novela que ahora os presento.

En enero de 1946 Londres emerge de las sombras de la Segunda Guerra Mundial. La escritora Juliet Ashton está buscando argumento para su próximo libro. Inesperadamente un isleño de Guernsey le envía una carta diciéndole que tiene en su poder un libro de Charles Lamb que le pertenece, y que estaría interesado en saber más de ese escritor. A medida que Juliet y el desconocido intercambian cartas, ella se queda atrapada en un mundo maravillosamente excéntrico: una sociedad literaria en Guernsey, nacida durante los años de ocupación entre 1940 y 1945, como una coartada espontánea cuando sus miembros fueron descubiertos rompiendo el toque de queda de los alemanes,  y que gira en torno a un pastel de piel de patata. La sociedad la forman personajes profundamente humanos, divertidos, encantadores, todos amantes de la literatura, que sobrellevaron la ocupación nazi organizando reuniones de lectura sobre novelas clásicas y siempre alrededor del imprescindible pastel de piel de patata. Juliet empieza una importante correspondencia con los miembros de la sociedad, donde hablan de libros y del placer de la lectura, de la amistad, de la vida cotidiana y del impacto reciente que la ocupación alemana ha tenido en ellos. Cautivada por sus historias, decide visitarles, y lo que encuentra le cambiará para siempre la vida.

La historia armoniza muy bien amor, guerra y literatura en una mezcla donde no falta el buen humor, el costumbrismo y notas sentimentales. La autora reconstruye con mucho acierto y de una manera aparentemente sencilla, los difíciles años de la ocupación, humanizando incluso los hechos más dramáticos salvando siempre la dignidad de las personas.

El hecho de presentar un club literario como elemento para unir a temperamentos distintos haciendo que surja una fuerte amistad, anima positivamente a quienes nos empeñamos en sacar adelante este tipo de reuniones que, en la mayoría de las veces, resultan muy gratificantes.

Estoy segura que esta novela os gustará, al menos os entretendrá gratamente y os aseguro que no perderéis el tiempo con su lectura.

Páginas: 304


Paraíso inhabitado (Ana María Matute)


Ana María Matute es una de nuestras grandes novelistas españolas. Nacida en Barcelona en 1925, forma parte de la generación de posguerra. Ella misma acuñó con el nombre de jóvenes asombrados a los autores que reflejaron la situación de la Guerra Civil Española en su infancia. Finalista del premio Nadal en 1947, obtuvo el Premio Planeta en 1954. Desde 1996 fue miembro de la Real Academia Española de la Lengua hasta su fallecimiento en junio de 2014.

Sus novelas tienen algo de denuncia social rodeado de un lenguaje poético. La infancia y la adolescencia en la España de posguerra será tema recurrente en sus libros. Su estilo es muy personal con el que inventa un mundo repleto de lírica, emociones, sensaciones e imaginación.

Adriana, protagonista de esta fantástica historia, nació cuando el amor entre sus padres parece extinguido. Sus hermanos son ya mayores y la relación con la pequeña resulta indiferente. Adriana se convierte así en una criatura solitaria, encerrada en sí misma y con una imaginación desbordante capaz de crear su propio mundo, un paraíso en el que habitar. Pero esa precaria felicidad se tambalea cuando empieza a acudir al colegio y entra en contacto con el mundo de los adultos, un mundo siempre extraño y muchas veces hostil. 

La acción se desarrolla en Madrid, en la época de la Segunda República, cuando la pequeña Adriana cuenta cinco años. Cuando la guerra civil se presenta como algo inminente, la niña habrá cumplido los once. La ambientación de la novela es excelente y  el estilo, de gran expresividad, tiene una gran riqueza de matices. Como ya os indiqué más arriba, Ana María Matute vuelve con uno de sus temas preferidos y con el que da vida a unas historias realmente extraordinarias: la infancia y la primera adolescencia.

He de confesaros que pasó mucho tiempo hasta que decidí leer algo de Ana María Matute. Sin motivo alguno decidí relegarla a un rincón hasta que descubrí Luciérnagas, y que ya os hablaré de ella en otro momento. He querido empezar con Paraíso inhabitado porque sin duda es una de sus mejores obras. Espero que os guste.

Páginas: 400



viernes, 4 de diciembre de 2015

Una temporada para silbar (Ivan Doig)


Ivan Doig, autor estadounidense, falleció en abril de este mismo año 2015. Nacido en Montana, muchas de sus novelas están ambientadas en ese lugar.  Narrador del Oeste americano, familias de inmigrantes, maestros de escuela, mineros, cazadores de pieles, constructores, etc., serán muchos de los protagonistas de sus obras; hombres que luchan en una tierra inhóspita con una voluntad férrea.

En 1909, Oliver Milliron, un viudo con tres hijos y poca maña en las tareas domésticas, lee un anuncio en el que Rose Llewellyn se ofrece como ama de llaves. "No cocina, pero tampoco muerde" es lo que reza el anuncio, y añade: "viuda de buenas costumbres y disposición excepcional". Inmediatamente llama la atención de Oliver quien la contrata para poner orden en su casa de Marias Coulee, en Montana. Pero Rose no llega sola a la casa, viene acompañada de su hermano Morris, un perfecto dandi que ocupará el puesto de la maestra local cuando ésta se escapa con el predicador. Los particulares métodos de enseñanza del joven dejarán huella en los muchachos que acuden a la escuela. De hecho, el pueblo y sus habitantes no volverán a ser los mismos tras su trato con Rose y Morris. Las aventuras en el colegio, las amistades y el trabajo en el campo, todo al aire libre y en un bello entorno, dan consistencia al relato. Todo parece perfecto, incluso ciertas dosis de romanticismo entre Rose y Oliver hacen pensar en una situación placentera y un final feliz. Sin embargo, precisamente ese inusitado estado de perfección será lo que atraiga la sospecha.

Una temporada para silbar es sin duda una de las mejores novelas de Ivan Doig. Su particular manera de entender la vida y la imponente naturaleza de Montana quedan reflejadas a lo largo de la historia.

La voz del narrador en primera persona, muy atenta a los detalles, a veces se torna reflexiva con matices de introspección y exhibe una prosa lineal, elegante y cuidada y unos personajes magníficamente retratados, con gran riqueza de registros. Los diálogos son creíbles, salpicados de humor y de una ligera ironía.

Aún con ciertas dosis de intriga, la trama se desarrolla con sencillez. Aborda temas interesantes en un tono muy positivo, como la educación, la importancia de los lazos familiares o el valor del trabajo.

Estoy segura que os sentiréis atrapados por la historia y leeréis la novela con agrado.

Páginas: 349




La ciudadela (Archibald Joseph Cronin)


A. J. Cronin fue un novelista y médico escocés del siglo XX. Sus trabajos en el terreno sanitario le llevó a escribir varias novelas de tinte autobiográfico  en las que los protagonistas son médicos, como en esta que os presento ahora. La ciudadela fue llevada al cine en 1938 siendo nominada a cuatro oscar. Os animo a verla, aunque ya sabéis mi opinión al respecto: leed primero el libro.

La acción comienza en 1924 y se desarrolla en un pueblo minero de Gales. Un joven escocés, recién casado y con la carrera de medicina apenas terminada, se dirige a su primer empleo como ayudante de un médico que se encuentra gravemente enfermo. Allí no sólo se desarrollará su trayectoria profesional, sino también, y a la par, su madurez humana. Con una profunda dedicación a los enfermos, tendrá que enfrentarse al penoso sistema sanitario del periodo de entreguerras. Experimentará decepciones, incomprensiones y rechazos, pero también momentos de éxito y riqueza, que harán peligrar su matrimonio.

La novela está escrita con un estilo ágil y con una elegancia que la sigue haciendo atractiva a pesar del paso de los años. La trama se estructura con corrección y la ambientación está muy cuidada. El conocimiento del autor sobre los temas tratados facilita que la historia se haga creíble mientras da vida a unos personajes con perfiles humanos reales y muy bien definidos.

Es importante considerar todos los valores que trasmite: la honradez profesional, la lealtad a los amigos, la generosidad con los compañeros, y la fidelidad conyugal. Toda la novela se desarrolla en un ambiente de rectitud moral.

Es una novela interesante que recomiendo leer en pareja.

Páginas: 484


jueves, 3 de diciembre de 2015

La hoja roja (Miguel Delibes)

De nuevo me atrevo a recomendaros una novela de Miguel Delibes, La hoja roja, que fue publicada en 1959.

Don Eloy es un modesto funcionario jubilado ya viudo. Con un hijo notario poco afectuoso que se avergüenza de su padre, inicia un rápido proceso de decadencia anímica y física, sin otro apoyo que el de una sirvienta poco inteligente, pero de buen corazón. El anciano se dibuja como un ser melancólico y deprimente, según el pesimismo que caracteriza muchas de las novelas de Delibes.

La tristeza que empapa los escenarios, diálogos y personajes en la novela, es fruto de una postura vital resignada, pero que no trasmite amargura. Simplemente don Eloy vendría a decir que es lo que hay.

La materialidad de la hoja roja es un símbolo. Los libritos de papel de liar tabaco tenían una hoja roja que anunciaba al fumador que el papel se estaba acabando, al menos esto es lo que recuerdo cuando veía a mi abuelo envolver sus cigarrillos. Delibes emplea esta imagen para señalar que el final de la vida se acerca. La jubilación sería entonces esa hoja roja que anuncia que la vida está próxima a concluir.

Como es habitual en sus obras, Miguel Delibes da muestras de un manejo magistral de la lengua castellana en ésta que os propongo ahora. Reproduce fielmente los modos y giros propios de Castilla llevándolos a una categoría literaria inigualable dejándose llevar de la corriente de realismo imperante en la época en la que escribió la novela.

Merece la pena leer este libro y por eso os lo recomiendo. Espero que disfrutéis con su lectura.

Páginas: 256


miércoles, 2 de diciembre de 2015

Mi Àntonia (Willa Cather)


Willa Cather nació en Winchester, Virginia, en 1873, y pasó su infancia en Nebraska, en los años de la primera gran colonización por parte de inmigrantes checos y escandinavos. Fue viajera, periodista, maestra y dirigió revistas, y cuando hubo ahorrado lo suficiente se dedicó a la literatura. Con su novela Uno de los nuestros, ganó el premio Pulitzer en 1922.

Mi Ántonia, escrita en 1918, es una de sus obras más destacadas. Basada en recuerdos personales, es una gran novela sobre la memoria y sus procesos empleando una técnica y una sensibilidad magistral.

La novela evoca la historia de una joven que emigró desde Bohemia hasta Nebraska con su familia, siendo todavía una niña. Allí tendría que trabajar duramente la tierra, aprender el idioma de su nuevo país y conseguir ser una más entre sus habitantes. Quien lo cuenta es un abogado de Nueva York que siendo adolescente vivió en el mismo pueblo de Àntonia. Enseguida surgió la amistad entre ambos por el buen carácter de la muchacha, sin poder evitar el joven enamorarse de ella.

La obra constituye un expresivo testimonio sobre la primera colonización de los lugares del Medio Oeste donde transcurre la acción, en la que participó la autora siendo niña. La descripción serena, precisa y realista, pero no amarga, de las penalidades de los pioneros queda transformada en una excelente historia. La relación que une a la protagonista con el narrador está rodeada de nobleza y honestidad, además de un trato dulce y amable. Los personajes llevan todos vidas modestas, sin apenas otro horizonte que salir de una pobreza muy acusada, pero dentro de sus estrecheces y carencias son seres humanos con grandezas y miserias que sobrellevan dignamente.

Considerada como obra maestra del género localista y rural dentro de la literatura norteamericana de principios del siglo XX, esta novela encierra un indudable interés histórico, y su estilo fresco y espontáneo hace muy atractiva su lectura.

Os la recomiendo vivamente.

Páginas: 384



La señorita de Trevélez (Carlos Arniches)



Carlos Arniches fue un escritor español de la Generación del 98. Fecundo en la creación de sainetes y comedias, se recuerda sobre todo por sus personajes y escenarios ambientados en las zonas populares de Madrid. Supo recrear de forma inimitable el estilo castizo y chulesco del lenguaje inspirándose en las zarzuelas y en el teatro por horas del siglo XIX. Como hombre de su tiempo, Arniches aportaría a sus obras lo propio de las preocupaciones sociales, culturales y políticas de su época.
 
Su gran éxito con los sainetes, de fácil aceptación por el público,  le alejó de la crítica más exigente. Sin embargo, con esta obra teatral que os presento ahora, consiguió que se le viniera a considerar como uno de nuestros mejores dramaturgos. Su huella ha logrado perdurar en el teatro contemporáneo.

El argumento de La señorita de Trevélez gira en torno a una broma cruel ideada en el Casino por unos señoritos libertinos de la que es víctima una solterona de la pequeña ciudad donde viven.  El resultado es una tragedia grotesca combinando lo sentimental y lo ridículo. Lo cómico encubre una gran emoción y encierra una protesta contra la crueldad de los jóvenes que se ensañan con el dolor ajeno hiriendo gravemente al prójimo.

Esta obra sirvió de tema a Juan Antonio Bardem para rodar en 1956 Calle Mayor. El blando y negro de la película da aún más dramatismo, si cabe, a una historia que también os recomiendo.

Páginas: 224