sábado, 7 de noviembre de 2020

Primavera extremeña (Julio Llamazares)

De Julio Llamazares ya os he hablado en otras ocasiones. Aprovecho la ocasión para volveros a recomendar La lluvia amarilla, su segunda novela y quizá la más conocida y que encontraréis reseñada en este blog.

Nacido en un pueblo de León en 1955, es autor que ama la tierra y siente la añoranza de los campos, una añoranza que suele trasmitir en sus novelas como es en este caso, un relato corto fruto de unos pensamientos recogidos a vuela pluma durante el confinamiento en primavera por el coronavirus y que tuvo la suerte de pasar en un pequeño pueblo extremeño.

Primavera extremeña es un libro de apuntes al natural, como aparece en el subtítulo de la portada. Pocos días antes de que el Gobierno de España decretara el confinamiento de todo el país por la pandemia del coronavirus, Julio Llamazares, junto con algunos familiares, se trasladó a un antiguo lagar reconvertido ahora en vivienda en las proximidades de Trujillo para disponerse a pasar los quince días de encerramiento anunciado. Dos semanas que se convertirían en más de noventa días. La fortuna, dentro del general infortunio de la población, es que ese encerramiento tuvo lugar durante la primavera, una estación pletórica de colores en la sierra extremeña.

El autor, observador nato y con un espíritu poético y viajero (respecto a esto os lo confirmaré más adelante cuando os comente su libro Tras os montes), traslada al papel todo lo que ve y sus impresiones anímicas de aquellos días. La contradicción entre el dolor y la pena de  lo que estaba ocurriendo en toda España y el acierto de haber escapado de Madrid justo a tiempo, le lleva a una especie de extrañeza ensombrecida por el recuerdo de los familiares y amigos que no disfrutaron de la misma suerte. Una sensación que no fue capaz de impedir disfrutar la belleza de una primavera que, como cada año, hacía que la naturaleza resplandeciera.

Acompaña el relato con las acuarelas de Konrad Laudenbacher, un antiguo restaurador aficionado a la pintura, amigo y vecino del autor en esas tierras.

Julio Llamazares escribe captando los olores, los sonidos y los colores para plasmarlos bellamente sobre el papel intentado amainar el dolor que sigue causando la pandemia. La manera de escribir de Llamazares es evocadora. En ocasiones abusa de las frases largas, pero en general la lectura resulta amena y muy agradable.

Espero que os guste.

Páginas: 128


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