viernes, 20 de julio de 2018

Un alma cándida (Elizabeth Taylor)


Siempre es agradable descubrir algo bueno y en esta ocasión ha sido una suerte encontrarse con esta autora no demasiado conocida fuera de Reino Unido, pero a la altura literaria de sus contemporáneas de la segunda mitad del siglo XX.

Curiosamente, Elizabeth Taylor, de soltera Dorothy Betty Coles, tuvo que convivir con la incomodidad de llamarse igual que la actriz homónima. Esta coincidencia, que llegó a resultarle de lo más frustrante, la llevó en ocasiones a manifestar que odiaba su propio nombre.

Nacida en Reading, Inglaterra, en 1912, no publicaría su primera novela hasta 1945 y su reconocimiento como escritora no vendría hasta muchos años después. Mujer discreta, en sus obras suelen reflejarse sus propias experiencias personales. Con una gran agudeza de ingenio, un fino humor inglés y una ética exenta de religiosidad y convencionalismos morales, Elizabeth Taylor escribe de una manera sobria, a veces crítica e inquietante, pero sin perder los modales ni las formas propios de una exquisita educación inglesa.

Flora es una jovencita encantadora, con una belleza y una sonrisa capaz de cautivar a cualquiera sin necesidad de proponérselo. Mimada y protegida por su madre desde niña, y de cuantos la rodean, es incapaz de sospechar maldad en otros o que se les puedan plantear algún tipo de dificultades. Su carácter candoroso y optimista, que le empuja a ocuparse de las adversidades de los demás, es propio de quien nunca ha sufrido un contratiempo. Sus observaciones ingenuas, superficiales y bondadosas serán la peor de las cadenas para quienes se mantienen bajo su influjo adoptando la inexcusable obligación de protegerla. 

Elizabeth Taylor hace un despliegue de ingenio al crear un personaje cándidamente manipulador, pero no de una manera directa o con una personalidad objetivamente malvada, sino por la manera que los demás se dejan atrapar conscientemente por ella. Nadie de sus allegados podrá acusarla jamás de una maldad manifiesta. Sin embargo, es la misma bondad de Flora, que no se apoya ni en la razón ni en la realidad de las personas y sus circunstancias,  lo que será causa de males quizá irreparables.

Con economía en las descripciones y en los diálogos, de una manera elegante, con un sentido del humor sobrio, casi indolente, como el comportamiento de alguno de sus personajes, la autora insinúa mucho más de lo que dice con las palabras dejando en libertad la imaginación del lector. Aquéllos forman un elenco de tipos muy distintos, algunos moralmente cuestionables o amorales, incrédulos, psicológicamente complejos, pero todos atrapados por la inquietante candidez de la protagonista.

Un alma cándida es una buena novela escrita para el agrado de los que os consideréis aficionados a la buena literatura. Espero que os guste.

Páginas: 264







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