sábado, 4 de noviembre de 2017

El jardín de Sonoko (David Crespo)

Hace unas semanas leí esta primera novela de David Crespo, que aunque nacido en Barcelona, es capaz de trasladarnos sin movernos de la silla hasta Kioto, haciéndonos pensar que quien escribe es un perfecto japonés.

David Crespo inicia su carrera literaria con El jardín de Sonoko, una historia bien contada en la que las relaciones afectivas luchan por sobrevivir entre el laberinto de personalidades complejas.

Kaoru Nakamura es un joven muy metódico en la planificación de sus días y con unas relaciones sociales muy limitadas. Vive solo en Kioto y desde hace tres años trabaja en una zapateria de unos grandes almacenes. Con él trabajan otras personas con las que apenas conversa salvo para tratar lo que concierne al negocio y hacer más eficiente su trabajo. Una de sus compañeras es Sonoko, una joven muy delicada y de maneras elegantes con quien suele comer todos los días, pero con la que no ha mantenido conversaciones más allá de lo estrictamente necesario. Una tarde Sonoko le propone ir juntos a un karaoke, una cita a la que Kaoru no accede. Al día siguiente la joven no acude a trabajar y otra compañera le informa que ha dejado definitivamente la zapateria haciéndole ver que quizá él, con su ostracismo, es el causante de la huida. Es entonces cuando Kaoru cae en la cuenta de que a partir de la cita rechazada algo en su interior se ha trastocado, su metódico mundo  empieza a descolocarse y llega a pensar si no será que está enamorado de Sonoko. Miedos pasados comienzan a tomar de nuevo posesión de su vida y los recuerdos que creía bien enterrados junto a cualquier atisbo de sentimiento reclaman tomar de nuevo el puesto que les corresponde.

A través de la psicología de unos personajes bien perfilados, las maneras refinadas, incluso cuando se actúa con maldad, los comportamientos recatados ocultando pasiones desenfrenadas, o los modos de evolucionar de los sentimientos consiguen crear por sí solos un escenario propio del país nipón al que David Crespo pretende trasladarnos.

La narración en primera persona compromete al lector llevándole a empatizar con el protagonista. Aunque el desarrollo de la trama tiene momentos desiguales de tensión, es meritorio el constante esfuerzo por mantener la atención del lector hasta el final cuando da un giro inesperado a los acontecimientos.

Aún sin tratarse de una gran novela, David Crespo cuenta una historia bien escrita, con un manejo del lenguaje correcto que hace que la lectura sea gratamente fluida. Espero que os guste.

Páginas: 280


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