Abigail Forter es una joven de la alta sociedad londinense. Resolutiva y pragmática, su padre ha hecho de ella su mujer de confianza tanto para las tareas domésticas como para sus decisiones financieras, dejando para su esposa y su bella hija menor todo lo relativo a las relaciones sociales. Las cosas parecen marchar bien hasta que un consejo errado de Abigail sobre ciertas inversiones llevan a la familia al borde de la ruina obligándoles a vender su casa de Londres y aceptar el arrendamiento de una hermosa mansión en una pequeña población que, aunque de condiciones ventajosas, arrastra una dudosa historia de abandono, asesinatos y tesoros escondidos. Una vez tomada la decisión del traslado será Abigail la encargada de poner en funcionamiento la nueva casa mientras su madre y su hermana acuden a las fiestas de la nueva temporada en Londres donde la menor de la familia tiene posibilidades de encontrar un buen pretendiente. Sola y con una decepción amorosa a cuestas, Abigail centra toda su atención en adecentar la casa para hacerla habitable con la ayuda de los pocos criados de los que puede disponer. Allí conocerá a William Chapman, el joven y atractivo vicario del pueblo que le hará sentirse acogida, le brindará la hospitalidad de su agradable familia y le advertirá sobre los rumores que circulan sobre la casa a los que no debería prestar demasiada atención. Sin embargo, Abigail no podrá evitar sentirse atraída por la posibilidad de encontrar un tesoro que pudiera salvar de la ruina a su familia. No ha terminado de pensar sobre el tema cuando unas cartas anónimas dirigidas a ella le van poniendo sobre la pista de la ubicación de una estancia secreta y del pasado de la casa, unas cartas que la implicarán personalmente más allá de lo que ella hubiese imaginado.
Julie Klassen tiene el acierto de contar una historia empleando los elementos propios del XIX inglés sin intentar actualizarlos. El decoro, la reputación, las formas, etc., así como el apasionamiento contenido de sus protagonistas o el sentido de lo religioso, no desdicen de cualquiera de las novelas de época. La atención a pequeños detalles expresivos ayuda a entender los sentimientos que quieren trasmitir sin necesidad de argumentaciones innecesarias.
Es fácil descubrir escenarios empleados por las hermanas Brönte o Jane Austen. No falta el misterio, los equívocos, los prejuicio sociales, las ambiciones personales, los giros en el desarrollo de los acontecimientos, el fuego, el viento, los sonidos fantasmagóricos, el baile, los amores no correspondidos, etc., todo ello para dar forma a una historia bien escrita y agradable de leer.
Este estilo de novela, dirigida especialmente a un público femenino adolescente, es muy aconsejable para adquirir buenos hábitos de lectura y despertar la curiosidad por novelas del mismo estilo, pero de mayor calidad literaria como Cumbres borrascosas o Jane Eyre.
Páginas: 416
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