Monica Dickens, que no había sido educada para trabajar, se encuentra a los veinticuatro años sin saber qué hacer en la vida. Algunos conocimientos de cocina adquiridos en varios cursos a los que asistió sobre el tema le hacen pensar que podría ofrecerse como cocinera. Se dirige a una agencia de contratación y allí le facilitarán el primero de varios empleos por los que pasará durante un breve periodo de tiempo para cocinar, limpiar, fregar y cuantas tareas se le requieran en las diversas casas en las que trabajará como externa, interna o de manera esporádica. Para no dar demasiadas explicaciones de su procedencia, aunque habitualmente utilizará su propio nombre, no tendrá reparos en modificarlo, así como su estado civil o su atuendo, presentándose de manera simplona y anodina. Evidentemente, desde el primer momento, su inexperiencia en la cocina y su poca destreza para las demás funciones del hogar no pasarán desapercibidas para sus empleadores.
La autora hace una relación de las diversas familias de clase media-alta en la sociedad inglesa de los años treinta del siglo pasado y su relación con las personas a su servicio. De manera jocosa e irónica cuenta sobre una realidad en la que todavía existía una conciencia de clase anacrónica donde no se daba tregua al escaqueo, los abusos, el agotamiento, la picardía o los cotilleos, en una relación de “arriba” y “abajo” al estilo tradicional inglés.
La novela, escrita con corrección, resulta entretenida, simpática y fácil de leer; aunque quizá no llegue a despertar el mismo interés y provocación en el lector actual que en los de la sociedad de la época cuando la novela fue publicada por primera vez.
En cualquier caso, es una novela muy recomendable y espero que disfrutéis con ella aquellos que os decidáis a leerla.
Páginas: 304
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