miércoles, 16 de noviembre de 2022

Almas honestas (Grazia Deledda)

De Grazia Deledda ya os dejé anteriormente la reseña de La hiedra, una magnífica novela publicada por Cátedra y muy recomendable para comentar en un libro forum. Ésta de la que os escribo ahora, Almas honestas, tampoco defrauda; aunque hay que hacer la salvedad que la traducción de la editorial Ático de los Libros no ha sabido estar a la altura de lo que esta autora se merece. 

Grazia Deledda (Nuoro, 1871 – Roma, 1936), nacida en la isla de Cerdeña, no se apartó de sus orígenes al ambientar sus novelas. A pesar del localismo de sus obras, en 1926 fue merecedora del Premio Nobel de Literatura por haber conseguido darles un rango universal a través de unos personajes atemporales, terrenos, trasplantables a cualquier tiempo y lugar por sus deseos, ambiciones, sueños, pasiones, envidias, amor, odio y todo el equipaje interior que acompaña a la persona a lo largo de su vida. Deledda ha entrado, así, a formar parte de los Clásicos de la Literatura. Almas honestas vio la luz en 1895.

Anna apenas tiene trece años. Quedó huérfana al poco de nacer y no ha conocido más familia que a su abuela paterna en una casa oscura y triste de la nobleza rural decadente. El eterno luto ha rodeado siempre a la niña, aún así, no se ha sentido desgraciada. Su abuela le ha proporcionado, si no lujos, sí cuidados. Pero ahora también ella ha fallecido. Avisada la familia materna, acuerdan que será su tío Paolo quien la acogerá en su casa. Terrateniente, comerciante e industrial, perteneciente a la alta burguesía de Orolà, su esposa y sus siete hijos no pasan estrecheces. Las pocas reticencias que pudieran haber tenido los distintos miembros de la familia hacia Anna pronto se desvanecen ante la buena disposición y la honestidad de la niña. Pero con el paso de los años, la llegada de la adolescencia y la edad adulta de cada uno de ellos, podría romper la armonía que siempre ha reinado en la casa.

Grazia Deledda, como es habitual en sus obras, se centra en la sociedad rural sarda de finales del siglo XIX con usos y costumbres todavía de estilo medieval, decadentes y próximos a desaparecer ante el empuje de la modernidad llegada de las ciudades.

Los personajes, perfectamente perfilados y con una evolución correcta, encarnan tanto vicios como virtudes de carácter universal encaminados a alcanzar la verdad, la justicia y el amor verdadero.

Son de destacar las descripciones, el ritmo narrativo, la teatralidad en los diálogos y la caracterización de los personajes.

Como ya os he indicado más arriba, hay que objetar que la traducción demasiado literal de algunos de los términos (“hacer el amor”, p.e.) tal como se entendía en la época de la autora y que se han quedado obsoletos en el lenguaje actual, no consigue trasmitir toda la belleza de la obra y es posible que un público joven no llegue a entender correctamente.

Aún así, espero que disfrutéis con esta novela.

Páginas: 240




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