domingo, 4 de febrero de 2018

Las noches del Buen Retiro (Pío Baroja)


En ocasiones tengo la ocurrencia de pasearme por la Cuesta de Moyano y hacerme con algún libro de segunda mano. Hace meses que había comprado éste pero no había tenido ocasión de leerlo hasta ahora. Y, como ya sospechaba, no me ha decepcionado en absoluto. Las noches del Buen Retiro fue escrita por Pío Baroja en Itzea en octubre de1933.

He de decir que a la generación del 98, a la que pertenece Pío Baroja, siempre le he puesto sus "peros". Afectados profundamente por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de las colonias,  dan a sus escritos un carácter casi siempre pesimista y con un derrotismo permanente. Sin embargo, la calidad literaria es innegable. La riqueza de vocabulario, el detalle en las descripciones y la puesta en escena de personajes singulares, dicen de ellos que son verdaderos maestros de la Literatura.

En Las noches del Buen Retiro, Pío Baroja ofrece una vivísima evocación del Madrid de finales del siglo XIX donde pasó los años de juventud. En los jardines del Buen Retiro se reunían los madrileños de las más diversas condiciones durante los meses de verano a pasear, charlar y oír música. Pero también tienen lugar encuentros entre políticos, escritores, comediantes, empresarios, damas de alcurnia, aristócratas, mujeres de mala vida o hijos de la burguesía. El autor, con cierta nostalgia, pero también con mucha ironía, describe a unos tipos singulares, en la mayoría malogrados, ociosos, de moral dudosa, deseosos de medrar a toda costa o de influir en los poderes establecidos. Pío Baroja, con su agnosticismo militante, y fiel al pensamiento de su Generación, da vida a unos personajes reflejo de la decadencia española. Usureros, mendigos, ladrones, coristas, curas pusilánimes, adúlteros o jóvenes calaveras formarán el elenco de los que se mueven por los jardines.

La obra, escrita en tono rememorativo está llena de ironía, nostalgia, romanticismo, humor ácido y una sombra de melodrama. La acción es muy ágil y expresiva, sobria, con breves diálogos y una gran perspicacia psicológica que hace de la novela algo atemporal. Las referencias a un Madrid todavía pueblerino queda plasmado en las expresiones castizas de los personajes, los modos y las costumbres.

La historia personal del protagonista, Jaime Thierry, un joven frustrado tanto en sus ambiciones literarias como en su enamoramiento de una aristócrata casada, es un interesante reflejo de las inquietudes de la generación del propio autor en el sentimiento trágico de la vida, el agnosticismo, la rebeldía ante convecionalismos y normas morales, pero a los que se someten con fatalismo.

Como no puede ser de otra manera, os la recomiendo vivamente.

Páginas: 280   


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