miércoles, 2 de junio de 2021

La hijastra (Caroline Blackwood)

Caroline Blackwood (16 de julio de 1931 - 14 de febrero de 1996), hija mayor del marqués de Dufferin y la heredera de la cervecería Maureen Guinness, fue una escritora inglesa, muy inteligente y activa en el mundo bohemio y literario a través de su periodismo y sus novelas, y por sus tres matrimonios, además de otras relaciones amorosas, con personajes de la cultura. 

La hijastra, publicada en 1976, ganó ese año el Premio David Higham a la Mejor Primera Novela. 

La protagonista de esta historia, conocida como J., está en la treintena y vive en un apartamento de lujo en Manhattan con su hija Sally Ann de pocos años, con Renata, la hija adolescente de su marido de un matrimonio anterior, y con Monique, una joven que éste le ha enviado desde Francia para que cuide de Sally y atienda algunas tareas de la casa a la vez que aprende inglés. Pero lejos de ser un hogar armonioso, J. lo ha convertido en un infierno desde que su esposo le ha comunicado su deseo de divorciarse de ella y comenzar una nueva relación con una joven parisina. El odio y el rencor la mantienen enclaustrada en su propia casa y la empujan a rechazar cualquier relación, también con las otras tres personas que componen su núcleo familiar. Monique, por su parte, se desahoga de su infortunio escribiendo numerosas cartas que envía a su familia. J., envidiosa de la joven, también escribe mentalmente a una amiga imaginaria cartas que nunca llega a plasmar sobre el papel. En ellas descarga toda su ira, reflejando sus estados de ánimo y sus deseos de venganza. El centro de todo su odio será su hijastra, un ser anodino y deforme del que pretende deshacerse enviándosela a su marido a Francia.

La novela, dividida en tres capítulos, emplea el género epistolar implicando al lector como destinatario de las cartas, situándole como simple observador, o instándole a tomar partido. El marcado carácter psicológico de esta breve obra lleva a la autora a crear un personaje anímicamente inestable, pero capaz de ponerse en la situación del otro, aunque sin los recursos suficiente para evitar el drama. 

Escrita con pulcritud, y una técnica impecable, la autora da muestras de una gran inteligencia, sagacidad y acidez en los modos de decir al plasmar unas grotescas relaciones familiares con resultados imprevisibles. 

Aunque en ocasiones os resultará inquietante, apreciaréis en ella las características de una buena novela. 

Páginas: 112




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