martes, 19 de enero de 2021

La tierra invisible (Hubert Mingarelli)

Nunca había leído nada de este autor anteriormente, aunque cuenta en su haber con una docena de novelas y varias colecciones de cuentos. La tierra invisible fue su última obra que ha sido publicada recientemente por Siruela en castellano. Hubert Mingarelli, escritor francés, falleció en Grenoble en 2020.

Corre el mes de julio de 1945 en la localidad alemana de Dinslaken. Ha terminado la guerra y el coronel Collins del ejército inglés está al cargo de la ciudad. Acompañando al destacamento militar hay un fotógrafo de guerra que no se decide a volver a casa. Después de haber visto el horror que ha ocasionado la contienda todavía tiene necesidad de fotografiar para llenar el desasosiego y la soledad que siente. Necesita imágenes de la realidad alemana tras la derrota, de las familias que intentan comenzar de nuevo, de las miradas de desconcierto de los vencidos y la fragilidad de unas vidas truncadas y maltrechas por el miedo y la desconfianza. El coronel le facilita un coche y un soldado reclutado recientemente para recorrer Alemania por unos días para hacer esas fotografías que desea. A lo largo del trayecto los dos hombres, a pesar de la estrecha convivencia, no logran intimar ni hacer ver cuál es el verdadero motor que mueve sus vidas. Como hombres-isla deberán enfrentarse a su propia soledad para darse cuenta que, a pesar de todo, no han conseguido ser mejores que sus enemigos.

Mingarelli se adentra en los vericuetos de la psicología humana personalizando las consecuencias y responsabilidades de la guerra en la individualidad de cada uno de los personajes. No habla de víctimas ni verdugos en abstracto, sino del actuar humano en la toma de decisiones concretas en las que tienen mucho que decir las propias vivencias y el miedo experimentado de forma personal y única.

La tierra invisible no es una novela que se caracterice por comportamientos ejemplarizantes ni por modelos de virtud. Simplemente expone una realidad del comportamiento humano, sin adornos, y con una técnica narrativa magnífica. Es el propio protagonista quien cuenta el desarrollo del viaje, ateniéndose a lo que ve e intentando dar respuesta a sus sentimientos sin añadir nada más que lo estrictamente necesario, haciendo ver que una guerra nunca deja a nadie indiferente.

Aunque quizá alguno consideréis que puede ser una novela algo dura o sentimentalmente adusta, pienso que, precisamente por eso, puede resultar muy interesante.

Páginas: 120



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