Desconocida en lengua castellana, la editorial Trotalibros publicó en 2024 el primero de ellos, Los años lejanos, del que encontraréis la reseña en este blog. El que se publica ahora, Una juventud convulsa, es el segundo volumen y vio la luz por primera vez en 1954.
En esta ocasión el autor comienza la narración en el verano de 1914, cuando se traslada de nuevo a Moscú para estudiar Derecho en la Universidad de esa ciudad, hasta febrero de 1917, cuando da comienzo la Revolución rusa con el derrocamiento del régimen zarista imperial y se instaura un Gobierno Provisional.
Konstantín, al poco de instalarse en la casa familiar de Moscú con su madre, su hermana Galia y su hermano Dima, estalla la Primera Guerra Mundial. Como estudiante no puede incorporarse a filas, pero sí puede ofrecerse como voluntario en el servicio auxiliar. De esta forma llegará a trabajar en el tren-hospital encargado de trasladar y atender a los heridos y refugiados. Gran observador y sensible a cuanto le rodea, aprenderá a valorar lo cotidiano y madurará ante lo absurdo de la guerra que arranca a la gente sencilla de sus casas. De todos cuantos comparten con él este periodo de su vida aprende y valora positivamente la influencia que de una u otra manera tienen sobre él. Será un tiempo en el que la lectura y la escritura pasan a ser de vital importancia. Se familiarizará con los clásicos e interiorizará la idea de que, para poder escribir, deberá desprenderse tanto de personas como de lugares.
A lo largo del relato, a pesar de la muerte, el dolor, las carencias y la degradación humana, su añoranza de felicidad, de cosas alegres y eternas, la posibilidad del amor, de la amistad, el deseo de que la justicia y la paz triunfen sobre la tierra despojada y pobre, serán constantes que plasmará con belleza y ecuanimidad, siempre abierto a la esperanza.
En esta ocasión el autor comienza la narración en el verano de 1914, cuando se traslada de nuevo a Moscú para estudiar Derecho en la Universidad de esa ciudad, hasta febrero de 1917, cuando da comienzo la Revolución rusa con el derrocamiento del régimen zarista imperial y se instaura un Gobierno Provisional.
Konstantín, al poco de instalarse en la casa familiar de Moscú con su madre, su hermana Galia y su hermano Dima, estalla la Primera Guerra Mundial. Como estudiante no puede incorporarse a filas, pero sí puede ofrecerse como voluntario en el servicio auxiliar. De esta forma llegará a trabajar en el tren-hospital encargado de trasladar y atender a los heridos y refugiados. Gran observador y sensible a cuanto le rodea, aprenderá a valorar lo cotidiano y madurará ante lo absurdo de la guerra que arranca a la gente sencilla de sus casas. De todos cuantos comparten con él este periodo de su vida aprende y valora positivamente la influencia que de una u otra manera tienen sobre él. Será un tiempo en el que la lectura y la escritura pasan a ser de vital importancia. Se familiarizará con los clásicos e interiorizará la idea de que, para poder escribir, deberá desprenderse tanto de personas como de lugares.
A lo largo del relato, a pesar de la muerte, el dolor, las carencias y la degradación humana, su añoranza de felicidad, de cosas alegres y eternas, la posibilidad del amor, de la amistad, el deseo de que la justicia y la paz triunfen sobre la tierra despojada y pobre, serán constantes que plasmará con belleza y ecuanimidad, siempre abierto a la esperanza.
Espero que disfrutéis con la lectura de este libro de gran sensibilidad y calidad literaria.
Páginas: 360
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