domingo, 14 de julio de 2019

Dulce hogar (Dorothy Canfield Fisher)


Dorothy Canfield Fisher pertenece a ese tipo de autores que merece la pena tener en cuenta, pero que, inexplicablemente, pasan al olvido hasta que una editorial vuelve a rescatarlos. Escritora y pedagoga estadounidense (Kansas 1879-Vermont 1958), introdujo el método educativo de María Montessori en Estados Unidos, siendo uno de sus postulados, entre otros que los niños deben considerarse seres competentes, alentados a tomar decisiones importantes.

Dulce hogar es una novela apoyada en esas tesis educativas y con la que la autora muestra su eficacia. La protagoniza una familia norteamericana de principios del siglo XX que vive en una pequeña ciudad próxima a Nueva York. El marido, un estudiante universitario de literatura que dejó sin terminar la carrera al contraer matrimonio, desarrolla una trabajo administrativo que no le gusta en un establecimiento comercial en el que se siente un inútil y donde corre el riesgo de ser despedido. Evangeline, su mujer, se dedica exclusivamente a su hogar. De gran fuerza de voluntad y grandes cualidades, se esfuerza para mantener en orden la casa con unas normas estrictas que todos en la familia deben seguir. Sufre por las privaciones económicas derivadas de las dificultades laborales de su marido, pero, como buena esposa, nunca le recrimina. Justo el día en el que los temores se materializan en un despido, Lester, el cabeza de familia, interviene en la extinción de un incendio en una casa vecina con la fatalidad de caer del tejado quedando, en consecuencia, paralizado de las dos piernas.  Lejos de amilanarse, Evangeline decide pedir trabajo en la empresa de su marido. Pronto descubrirán los dueños el potencial que supone para el negocio las buenas cualidades de la mujer. Mientras tanto, los tres hijos del matrimonio, atemorizados continuamente por las exigencias maternas, se encuentran mucho más felices en compañía de un cariñoso y comprensivo padre al que apenas habían tratado hasta entonces. 

La obra, fechada en 1924, plantea una problemática familiar muy interesante y que mantiene plena vigencia. La autora realiza una acertada crítica de lo que en su época era el comienzo de la sociedad de consumo y de la tendencia a valorar a las personas por su poder adquisitivo y nivel profesional. 

Se pone de manifiesto el error que supone el reparto estricto de papeles en la familia basado en el prejuicio de que la dignidad del varón está en función de ser o no capaz de ganar dinero y la de la mujer en cocinar, cuidar la casa y educar a los hijos. Su teoría de que cada cual debe ocuparse de las tareas para las que está mejor dotado se expone en esta novela por medio de una trama cuidadosamente elaborada, con situaciones bien planteadas y encadenadas entre sí con técnica firme y sólida y que concluyen en un desenlace sorprendente. 

Estoy segura que esta novela será del gusto de la mayoría de vosotros, muy adecuada para el periodo vacacional que estaréis comenzando.

Páginas: 304 




1 comentario:

  1. Resulta increíble que una autora en los años 30 del pasado siglo se atreva a desafiar una rígida asignación de roles en la familia y el mundo laboral. Aguda penetración psicológica de todos los personajes, incluidos los niños, a los que no siempre se les atiende lo suficiente en la literatura

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