Helen Michel es una hermosa y exuberante mujer, pintora, de costumbres liberales, cerebral, bohemia y hedonista. En los años previos a la guerra decide abandonar Londres dejando allí a su esposo y a su hijo para trasladarse con su hija Barbary de pocos años a la Provenza francesa. De fuerte personalidad y magnetismo, no tarda en iniciar una relación con Maurice Michel, un empresario viudo, con un hijo de edad similar a la de Barbary. Helen, madre disoluta y de poca conciencia, deja que los dos niños crezcan a su aire, sin pocas restricciones, lo que facilita que durante la guerra se relacionen con maquis y grupos de la Resistencia colaborando en actos de sabotaje que sus mentes jóvenes no saben manejar emocionalmente bien. Por otra parte, Maurice es acusado de colaboracionista y en 1945 aparece ahogado en la playa próxima a su casa. Un año después, Helen decide que tanto su hija como su hijastro deberán abandonar Francia e instalarse en Londres. La niña irá a vivir con su padre y el niño con sus tíos paternos. Pero una vez allí, ninguno de los dos será capaz de adaptarse. Solo entre las ruinas dejadas por las bombas, y que todavía se acumulan por la ciudad, encontrarán un rincón en el que sentirse como en casa.
Macaulay escribe una novela de alta calidad narrativa con unos personajes bien perfilados que son un elenco de la realidad social de posguerra, hombre y mujeres con sentimientos confusos, habitantes de un mundo en ruinas tanto material como espiritualmente. Son los jóvenes quienes se llevarían la peor parte, protagonistas de unos hechos que los empujaron a los márgenes de la civilización con el deseo de que, una vez acabada la guerra, todo volviera a ser igual que antes y sin que nadie tenga que hacerles preguntas.
Aunque con un trasfondo inmoral, la novela está muy bien escrita y cuenta una realidad de la sociedad de posguerra sin adentrarse en ningún tipo de truculencias. La autora cuenta desde un punto de vista particular las consecuencias que la Segunda Guerra Mundial provocaron en una población joven y sin recursos morales.
Páginas: 280
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