Terminada la Gran Guerra, un excombatiente herido en 1914 en la batalla de Marne donde perdió su mano izquierda, se dedica ahora a la investigación sobre desaparecidos y la rehabilitación de soldados acusados y ajusticiados por deserción en los acuartelamientos durante la contienda. Entre sus clientes se encuentra la señora Jeanne Joplain, una rica burguesa viuda que no tiene noticias de su hijo Émile desde 1916 cuando estaba destinado en Verdún. Pero la mujer no le cuenta todo sobre el joven. Obstinadamente calla que su hijo estaba enamorado desde los catorce años de Lucie, una muchacha alsaciana de su misma edad que estaba trabajando como sirvienta en casa de unos familiares donde los dos jóvenes se conocieron. Sin embargo, este dato que la madre no quiere reconocer y que le llega indirectamente al investigador, será la clave que le rebele la auténtica historia de la pareja y le conduzca hasta sus verdaderos protagonistas, quizá así consiga encontrar al soldado desaparecido.
Marchand escribe una historia hermosa enmarcada por el horror que supuso la Primera Guerra Mundial en la que jóvenes mal capitaneados por unos mandos incapaces, tuvieron que enfrentarse sin saberlo a una muerte segura. Los que pudieron regresar tuvieron que sufrir las consecuencias de sus heridas, mucho peor las psíquicas que las físicas con lo que se daría en llamar desde entonces en los ámbitos médicos como neurosis de guerra.
Bien escrita, con recursos estilísticos que logran captar la atención del lector a lo largo de la novela, el protagonista narra una historia épica, candorosa y trágica, afrontando su propia angustia, sus propios reproches y miedos, sus propias pérdidas, fantasmas y muertes, mientras aletea la certeza de que al Amor no se le puede matar.
Espero que disfrutéis con su lectura.
Páginas: 232