En 1815, en tiempos de las guerras napoleónicas, Prue Sarn vive en una pobre granja del condado de Shorpshire junto a sus padres y su hermano Gideon, un lugar un poco triste junto a la laguna que esconde bajo sus aguas un pueblo sumergido. Tras la muerte repentina del padre, su hermano Gideon, con tan solo diecisiete años y sin ningún reparo, se convierte en el amo absoluto de la casa. Enemigo de la pereza, decide que tanto Prue como él deberán trabajar incansablemente en la granja para alcanzar riqueza y el respeto de todos los de la comarca, algo que jamás consiguió su padre. Además de trabajar, Prue deberá aprender a leer para hacerse cargo de los trámites del negocio familiar llegado el caso. Es tal la obsesión de Gideon por ganar dinero que no dudará en abandonar todo lo demás para seguir el rastro de tan precioso veneno. Prue Sarn, con un alma sensible y embellecida, pero marcada por la maldición del labio leporino, será la encargada de contar mucho tiempo después la historia de su familia y de quienes se relacionaron con ellos durante los terribles años de avaricia, ambición y sueños frustrados de su hermano Gideon.
Mary Webb escribe una historia brillante, con unos personajes bien trazados, individualizados e inolvidables. La descripción de los paisajes, las estaciones, las costumbres, la religiosidad de los habitantes, sus supersticiones, los modos de relacionarse, los vicios y virtudes que los define, forman un conjunto bien construido dirigido a considerar que el mal no tiene la última palabra.